Wednesday, July 29, 2009
Sabor de verano
Algunas cosas suelen ser a veces muy diferentes a como la gente las imagina. Y cuando eso ocurre, podemos ser injustos en nuestras apreciaciones. Mejor le aclaro: antes de Ike, en la playa La Boca, al norte de Puerto Padre, existían 122 cabañas para la atención a los trabajadores (Plan CTC), pero el temible huracán las “declaró” inhabitables, a extremos tales que era difícil imaginar que pudieran prestar servicio este verano.
Error. Una breve visita a villa Las Cabañas (así se le conoce), unos diez meses después, puede ser suficiente para cambiar tales valoraciones. Y es que hasta la fecha se han recuperado 48 de estos inmuebles, cifra que si bien no satisface las necesidades, es expresión genuina del esfuerzo realizado en aras de poder estimular a una buena parte de los trabajadores, cuyos resultados sobresalen en las diferentes esferas de la vida económica, política y social del territorio.
Es justo reconocer –admite Níuver Rodríguez Ceballos- que la rehabilitación ha tenido buena calidad, lo que unido al grado de confort alcanzado: ventiladores, colchones, sábanas, toallas, jabón…, hace que uno se sienta bien durante su estancia en este lugar.
Para Hipólito Rodríguez y Roselia Ríos, dos vacacionistas venidos desde La Habana que acompañan a sus familiares, hasta la naturaleza favorece aquí su descanso veraniego: nos regala aire fresco y hace que los mosquitos, por lo menos ahora, no nos molesten con su indeseable presencia, aseveran.
Y añaden: el trato es muy bueno; los alimentos: desayuno, almuerzo y comida, son elaborados adecuadamente y brindan un servicio a las habitaciones muy bueno en realidad.
En nuestro recorrido este martes por la playa hablamos también con Marcos Santiesteban y Juan Leyva Castro, directivos de villa Las Cabañas y de la Gastronomía que allí se realiza, quienes se refieren al compromiso de los diferentes colectivos de brindar un servicio que satisfaga las expectativas de los trabajadores y sus familiares.
Tratamos de mantener un nivel de ofertas que favorezca a la mayoría –asegura Leyva Castro-, con productos a precios de gastronomía popular y diferenciados, y énfasis en la variedad y calidad de las ofertas, siempre que las posibilidades lo permitan.
Para poner a tono la red gastronómica, las cabañas y muchas otras inversiones realizadas, incluidas la construcción del muelle y la reparación a la que fue sometido el hotel de El Socucho, el Estado cubano ha invertido más de 160 mil CUC (pesos convertibles) y alrededor de 900 mil pesos en moneda nacional –advierte Marcos Santiesteban- pero ahí no para la cosa, pues se continúan esfuerzos para recuperar las cabañas que aún no han recibido ninguna atención.
El esfuerzo ha sido extraordinario, en realidad, aunque lo más probable es que ni los inversionistas, ni los ejecutores estén conformes con lo realizado hasta aquí. Soy de los que piensa, sin embargo –y esto ya lo he dicho- que si no se traza una estrategia para mantener en explotación estos servicios durante todo el año, llegado el próximo verano habrá que someter a reparación todas las instalaciones, pues nada puede dañarlas más que permanecer cerradas, sometidas al salitre y a la humedad.
De lo que se trata es de hacer realidad aquello de que Cuba es un eterno verano, algo que además de proporcionar bienestar, puede eliminar el estrés y contribuir a la economía del país.