Tuesday, February 13, 2007

Paz encarcelada

María es una mujer joven todavía, y sin embargo no es feliz. ¿Cómo podría serlo, si su linda Isabela está muy enferma? Sentenciada a muerte –se dice- y yo aquí, sin poder hacer nada. En realidad, nadie puede hacer nada, pero si por lo menos la vida le fuera más llevadera; la poca que le queda, y lo peor, desde que sabe que tiene el SIDA apenas tiene ánimos para alimentarse, y hasta se niega a tomar los medicamentos.
Y no es para menos; por eso María, su madre, tampoco encuentra consuelo a su tristeza. En realidad, desde que lo supo, no conoce la paz.
¿La paz? ¿Y no se ha dicho siempre que la paz es la ausencia de la guerra? No se ha asegurado que si un país no está afectado de manera directa por una conflagración bélica, su pueblo vive en paz y tranquilidad? ¿O será que es hora ya de cambiar el concepto que se tiene de este término, por otro que sea sinónimo de sosiego y de buena correspondencia de unos con otros?
El número de personas infectadas por el SIDA en el 2006 ascendió a unos 40 millones de seres humanos en todo el mundo, de los cuales, según datos de UNICEF, más de dos millones son niños de cero a 14 años. De ello se infiere que esta enfermedad es tan desbastadora como la más poderosa de las armas, tanto, que esas personas –y esos niños- perderán su vida sin que se haya disparado una sola bala.
Hay que tener en cuenta que en muchos países, con énfasis en los que están en el África Subsahariana y en el Sudeste Asiático, uno de cada seis niños muere antes de alcanzar los cinco años de edad, no precisamente por las bombas, sino debido a la falta de cooperación en temas de salud, agua potable, nutrición y vacunación. Pierden la vida por la extrema pobreza.
¿PAZ significa entonces ausencia de la guerra? Es evidente que debe dársele una nueva definición. La paz quiere decir tranquilidad, sosiego, acceso a la salud y a la educación; solo así el ser humano podrá estar tranquilo: cuando no pierda sus derechos y sienta protegida su dignidad. Una persona que a causa de la pobreza en que vive no puede estudiar, acceder a la cultura o profesar sus creencias libremente, o no tiene un techo que le dé abrigo, no vive en paz.
Para que en una nación haya paz, su pueblo debe gozar de libertad e independencia plenas y desarrollarse en un ambiente de democracia y justicia social, donde no gobierne el despotismo, pero si no se respeta la opinión o las creencias de sus ciudadanos, la paz está encarcelada.
No se puede vivir con tranquilidad donde hay diferencias de clase. Seremos felices el día en que nuestros hermanos no tengan hambre o no padezcan, o no mueran, de enfermedades evitables como la desnutrición, la malaria, la poliomielitis y por supuesto, el SIDA.
Cuba no posee grandes recursos económicos o naturales; su principal riqueza radica en el talento que ha ido desarrollando en sus hombres y mujeres, dispuestos siempre a dar lo mejor de sí en beneficio de la humanidad, y aun cuando está preparada para enfrentar cualquier intromisión foránea en su suelo, no escatima esfuerzos en el propósito de contribuir al mejoramiento humano, que es también contribuir a la paz.