Thursday, May 01, 2008

EL valor de la dignidad

Eliseo es un niño enfermo, muy enfermo, y todo debido al paludismo crónico mal tratado que padece desde hace mucho, aunque solo tiene 12 años. Allá, en la región continental donde reside apenas hay médicos, y la mayoría no puede acceder a consulta alguna. La gente aquí casi no tiene para comer…
La familia decide pasar una temporada en Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, país del cual son oriundos Eliseo y los suyos, y por fortuna para el niño, se instalan cerca de la casa donde reside un equipo de médicos cubanos que brindan su ayuda solidaria en la nación centro africana.
Los padres de Eliseo son personas muy supersticiosas; amables y de buenos modales, pero con creencias en extremo arraigadas; eso, de cierta forma, dificulta las cosas y no le es fácil a los galenos de la Isla de la Libertad, convencerlos de que su hijo debe ser intervenido quirúrgicamente, pues tiene una tumoración abdominal muy grande, por el aumento exagerado del hígado, y sobre todo, del bazo.
Uno de los médicos cubanos que laboran en el policlínico del Instituto de Seguridad Social (INESO), institución privada de Malabo, donde existen ciertas dificultades para una operación compleja como esa y su posterior seguimiento, decide, junto con otro especialista de Primer Grado en Cirugía, asumir la operación, tras lo cual Eliseo debe recobrar su salud…
El doctor Alberto Laborí Gallego, especialista de Primer Grado en Laboratorio Clínico, quien labora en el hospital pediátrico Martires de Las Tunas, nace en Baracoa, la Ciudad Primada de Cuba, el 19 de enero de 1953. De origen humilde, su padre, trabajador bancario y su madre, ama de casa, le inculcan, desde muy pequeño, el amor a la Patria, el humanismo y la solidaridad con los necesitados.
En el ambiente tranquilo y acogedor del hogar pasan sus primeros años. La primaria, la secundaria básica, el uniforme de miliciano que viste su padre; la alegría de sus dos hermanos; sus compañeros de clase, la frescura del río, la sombra del cacaotero…, son imágenes que permanecen por siempre en su memoria.
Luego cursa el preuniversitario, se hace médico en 1979 y especialista en 1983. A Las Tunas viene a cumplir una tarea: hacen falta profesionales de su especialidad, y ante el reclamo, da el paso…
“Vine a esta provincia como parte del Plan Cinco Años y aquí me quedé –dice- esta es una provincia muy hospitalaria y siempre me he sentido bien en este lugar.
“Aquí me he desempeñado como jefe de departamento de Laboratorio Clínico en el hospital general docente doctor Ernesto Guevara de la Serna y después fui nombrado vicedirector técnico y primero de esa institución; más tarde asumo la dirección del Banco Provincial de Sangre, donde permanezco hasta 1988 cuando paso a desempañarme como vicedirector técnico del hospital pediátrico Mártires de Las Tunas.
“En todo este tiempo también he estado vinculado a la docencia como Profesor Asistente, pues de forma paralela a mis funciones administrativas, le he impartido clases a estudiantes de Medicina, licenciatura en Enfermería y a otros jóvenes que cursan estudios de técnicos de nivel medio en la especialidad de Laboratorio Clínico.
El amor al prójimo y los sentimientos de solidaridad que siempre le inculcaron sus padres y luego sus profesores, lo llevan a Guinea Ecuatorial en abril del 2005 y en el transcurso de los 25 meses que allí permaneció trabajó en asistencia médica, impartió docencia y brindó asesoría de su especialidad a técnicos y otros profesionales.
“Y aprendí mucho, pues en esa nación tuve la oportunidad de introducir nuevas técnicas de análisis, dada la presencia de un sinnúmero de enfermedades que en Cuba, por fortuna, desde hace mucho tiempo, han dejado de ser un problema.
“En este país conocimos de cerca la perfidia de los enemigos acérrimos de la Revolución, cuando una pareja de africanos se nos acerca para plantearnos un problema: nuestro padre –me dicen- está muy enfermo en Costa de Marfil y es muy necesario hacerle un buen chequeo de laboratorio, para lo cual contaba con mucho dinero”.
“Les respondí que lo llevaran a Malabo y que solo tendrían que pagar lo que le cobraban en el policlínico por los exámenes que se le realizaran.
“Dos días después regresaron con manifestaciones de cortesía, pero un tanto dudosas, pues según ellos, en las condiciones en que estaba su padre no podía viajar y deseaban que yo fuera a su país, lo cual me garantizaban de inmediato.
“Les dije que eso no podía ser e inmediatamente lo pongo en conocimiento de la dirección de la brigada y de la Embajada Cubana. Cumpliendo indicaciones muy precisas, le seguimos el juego durante varios días, hasta que llegaron a hablarme de dinero, mucho dinero.
“¿Cuánto dinero?, le pregunto: 2.5 millones, escribieron en un papel. Como quiera que no les respondí de inmediato, continuó el asedio, más seguros entonces de que yo traicionaría.
“Siempre en contacto con mis superiores, les comunico que terminaría aquello definitivamente y así lo hice, aunque debo reconocer que el final se tornó un tanto violento, pues aquellos individuos no concebían que yo no aceptara una suma tan jugosa.
“En su propio idioma les dije que no me molestaran más y que no perdieran su tiempo, porque los buenos cubanos no nos cambiamos ni por dinero, por nada”
De vuelta en casa, es llamado nuevamente a cumplir su segunda misión. Esta vez, como integrante de la brigada Henry Reeve, debe viajar a México, exactamente al estado de Tabasco, afectado por una gran inundación.
“Arribamos al lugar en noviembre del 2007. Allí permanecimos, junto a otros colegas, 48 días: en ese tiempo dimos consultas, distribuimos medicamentos, vacunamos, todo en condiciones muy difíciles.
“Una cosa aprendimos, o mejor dicho, corroboramos: en Guinea Ecuatorial o en México, el capitalismo es el mismo, de ahí la diferencia abismal entre sus sistemas de salud y el nuestro donde lo más importante es la vida de un ser humano.
“Para nosotros, médicos formados por la Revolución a lo largo de estos 50 años, la persona que acude a nuestra consulta, es un paciente y no un cliente como observamos en esos países, sobre todo, en las zonas donde la población vive en la más absoluta pobreza.
“Por todo eso, reconfortan las muestras de afecto y agradecimiento que sienten muchas de estas personas por Cuba, por Fidel, por nuestro pueblo y por los trabajadores de la Salud, formados en los valores del humanismo y la solidaridad.
Y Eliseo ¿por fin…?
Lamentablemente no logramos operarlo. La familia no quiso que lo hiciéramos. Y esta vez no fue por falta de atención médica, pues habíamos convenido con el doctor Ernesto Aragón, especialista de primer Grado en Cirugía y tunero, además, para que él lo hiciera, mientras yo le garantizaba los exámenes complementarios y algunos medicamentos, pero la superstición de la familia se impuso, y según noticias recientes, Eliseo falleció…