Varios son los puntos escogidos para el asalto: el cuartel de la Guardia Rural, la estación de la Policía, el Puesto de la Marina de Guerra, el Ayuntamiento, la Aduana, la Junta electoral… El ruido ensordecedor de los fusiles se extiende más allá del amanecer.
Alrededor de las 10:00 de la mañana del día 25 se rinde la estación de Policía, la primera guarnición enemiga, luego otra y otra, hasta las 5.30 de la tarde, hora en la que los defensores de la tiranía firman su rendición incondicional ante el capitán rebelde Arsenio García Dávila, expedicionario del Granma y oficial del IV Frente.
En la acción participan las columnas 12, la 14, al frente de la cual se encuentra el entonces capitán Eddy Suñol Ricardo, ascendido luego a Comandante, y la 32, dirigida por el propio Delio López Ochoa, además de los grupos locales organizados en Puerto Padre a partir de abril de 1958, cuyos jefes son Isael Cruz Saavedra, Otto Munster Oliva, Pepito García Ávila, Miguel Ramírez y Fabio Quesada Mora, entre otros.
De inmediato el pueblo desborda las calles, tal como ocurre en cada uno de los territorios redimidos por el Ejercito Rebelde y se instituye la ACTL (Administración Civil del Territorio Liberado), al frente del cual se nombra a José Ramón Fernández Mengual, quien funge en ese momento como coordinador general del Movimiento 26 de Julio, en Puerto Padre.
Pero la guerra no ha terminado y en Delicias la guarnición de la Guardia Rural, que no acude en defensa de los militares de Puerto Padre, sigue activa (solo rinde sus armas el 2 de enero, cuando ya todas las del país lo han hecho) y constituye una amenaza, junto a una fragata enemiga surta en la bahía que luego de un intento de acercamiento, se aleja en el mar.
Sí, este es un hecho de gran connotación histórica –afirma Ernesto Carralero Bosch, historiador de la ciudad- , lleno de gloria para Puerto Padre por lo que significó la liberación de la ciudad para su pueblo, y para toda Cuba.