Monday, December 21, 2009

El riesgo de no saber

¡Esta niña me está volviendo loca!, comenta la madre de Raquel. ¿No será que está saliendo con alguien? ¡Vaya usted a saber!, le dice Mario, su esposo: ella siempre ha sido muy callada, y tú que nunca le has dado confianza…
¡¿Ah, ahora soy yo la culpable?! Y tú ¿Qué has hecho tú, a ver, dime? Ese es un problema de la madre –riposta el padre-: esas cosas se conversan mejor entre mujeres…Y si está embarazada ¿qué nos vamos a hacer? –le dice ella, un tanto angustiada….
¡Ah, no, yo no sé conmigo no cuentes!
Ven acá, chico ¿qué clase de padre eres…?
Desde su cuarto Raquelita ha escuchado toda la conver-discusión de sus padres y decide dejar que piensen lo que quieran. En definitiva, ellos nunca se han preocupado por sus cosas, así que un sustico no les vendrá nada mal –se dice- y sonríe con picardía…
Los problemas de la niña son otros en realidad: la próxima semana debe entregar un trabajo de clase sobre el embarazo en la adolescencia y no sabe por dónde empezar. Sus padres nunca le han hablado del tema, y lo poco que sabe, lo ha “aprendido” con sus amigas, jóvenes como ella, sin ninguna experiencia.
El caso que les presento no es obra de mi imaginación, aunque no niego que cuando me lo contó una de las amigas de la joven Raquel, también sonreí con las cosas que me dijo…
La falta de una comunicación eficaz en la adolescencia es, por estos tiempos, uno de los problemas más frecuentes, debido a que en esta etapa se generan cambios biológicos, sicológicos y sociales, que anuncian la llegada de la pubertad, que marcan el inicio de la adolescencia.
Todo ello hace más complejo el diálogo, lo que se agudiza cuando en una misma familia coinciden dos, tres y cuatro generaciones, situación que puede ser la causa de conflictos en las relaciones interpersonales e incidir en la orientación y educación de las muchachas y muchachos.
Investigaciones realizadas demuestran que la mayoría de las jóvenes no tienen percepción del riesgo y ven la posibilidad de salir embarazadas como algo que a ellas no les va a ocurrir, al tiempo que se animan pensando muchas veces que esas son cosas de mujeres de más edad.
Otras ocultan su embarazo o niegan estar en estado de gestación, y al no decirlo, corren el riesgo de no poder acudir a tiempo a una atención especializada que les evite posibles complicaciones.
En estas condiciones la joven interrumpe su vida, sus sueños y reduce al mínimo sus posibilidades de desarrollo, al tener que asumir una responsabilidad para la cual todavía no está preparada, mientras contempla cómo el resto de sus amigas sigue el curso normal de las actividades propias de su edad.
Por todas estas razones, muchas se sienten frustradas y hacen palpable manifestaciones adversas, tales como la depresión y la exclusión de su grupo de amigos y compañeros de aula; otras veces desean tener su hijo, pero no lo valoran con la responsabilidad que se requiere.
El reconocimiento del riesgo que representa el embarazo para la adolescente ha dirigido la atención de obstetras y psicólogos hacia ese sector de la sociedad. El mayor peligro de parto pretérmino, y de muertes neonatales en los hijos de madres adolescentes, ha sido descrito por algunos autores, que identifican, además de la toxemia, partos prolongados y aumento de la incidencia de cesáreas en este grupo de riesgo, en tanto otros coinciden en resaltar el incremento en la frecuencia de la anemia, la toxemia y otras complicaciones puerperales en estas pacientes.
Contribuir a mejorar estas circunstancias, es deber y obligación de las instituciones de Salud, Educación, la Federación de Mujeres Cubanas y los grupos comunitarios, con acciones que faciliten el intercambio intergeneracional, e incluso, entre los propios muchachos, lo cual incluye la capacitación, la investigación y la reproducción de materiales educativos que informen y eduquen a los adolescentes de uno y otro sexos, y sobre todo, a sus familias. Solo así fluirá la comunicación y el intercambio será más eficaz.