Por Zucel de la Peña y Alexis Pérez Sánchez
Conversar con Virgilio López Lemus es descifrar el enigma de la libertad de las palabras; es reverenciar la posibilidad del pensamiento, pues Virgilio es en sí mismo la ocasión ideal para hablar, para comunicarse. Y conocedor como es de nuestras raíces más autóctonas, al dialogar con él, le pedimos su criterio acerca de la Jornada Cucalambeana.
“Los coloquios –nos dice- necesitan ser enriquecidos en el plano teórico, ser más universales. Hace falta un mayor vínculo con las universidades cubanas y de otros países como los de de América Latina. Mientras no se logre eso, los coloquios van a seguir siendo pobres y repetitivos.
¿Qué de especial ha encontrado en la décima para dedicarle tanto esfuerzo?
“Primero, amo profundamente a mi país. La décima desde el siglo XIX se ha convertido en una estrofa nacional, estrechamente ligada con nuestra identidad. Ha hecho aportes altísimos a la cultura cubana, pues muy pocos poetas nacidos en esta Isla han dejado de cultivarla.
“He descubierto que se ha convertido en un enlace cultural entre la mayoría de los países de habla hispana. No en todas partes el fenómeno de la décima es tan grande como en Cuba, pero en algunas como Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México e Islas Canarias, es muy importante. La décima nos une y ha establecido un puente de corte identitario.
Entonces ¿goza la décima de buena salud?
Pienso que sí, porque una tradición tan arraigada, con tantos siglos de existencia, anterior incluso a Vicente Espinel, no desaparece hasta que no surgen nuevas formas que la puedan sustituir y es evidente que eso no pasa todavía.
La décima reemplazó en América Latina, y en especial en Cuba, al romance, pero hoy ¿qué estrofa o medio poético puede suplantar a la décima? Ella no ha dado todo de sí, sigue siendo un precioso medio para expresar diversidad de cosas, desde un chisme, hasta una reflexión filosófica.
A veces resulta extraño entender a un poeta que también se dedique a investigar ¿Qué piensa usted de esa dualidad?
“Me dice el mexicano Fredo Arias, un verdadero mecenas de nuestra cultura, que yo tengo dentro de mí lo “dionisíaco”, por la locura del poeta, y lo “apolíneo”, por lo de investigador, y no podía entender cómo yo lograba diferenciar una cosa de la otra. Yo le dije que muy fácil, porque había dedicado toda mi vida a investigar sobre poesía y ello es también un hecho poético.
Usted practica la crítica y la traducción, dos oficios que no son lo suficientemente agradecidos…
“A la traducción del portugués al español he dedicado una buena parte de mi vida. El libro más importante que he traducido se titula Arte de hurtar, un clásico portugués del siglo XVII, que nunca antes se había llevado al castellano y yo le dediqué tres años. Para mí es lo mejor que he hecho como traductor.
La crítica es un oficio que debía pagarse peligrosidad, puesto que quien la ejerce puede ser vilipendiado, maltratado y subvalorado, si trabaja otras facetas como la poesía. Y entonces dicen: es mejor critico, que poeta; es mejor ensayista que critico.
Esta realidad me ha traído momentos muy difíciles, como cuando edité Palabras de trasfondo en 1988, un libro sobre el coloquialismo cubano. Después de él conservo buenas amistades, pero también enemigos acérrimos.
¿Cuánto del hecho poético encuentra en el magisterio, una profesión que ha ejercido tanto?
Hay profesiones que son poéticas en sí mismas. El maestro primario, por ejemplo, es un poeta, porque tiene que ser un creador delante de los niños; el médico es el poeta de la salud. La docencia, en todos los niveles, tiene una dosis de creatividad muy fuerte. Un maestro que se guíe solo por los programas establecidos, es un educador pobre. Un profesor debe ser creativo y la creatividad tiene, inevitablemente, una dosis de poesía detrás de sí.
Virgilio José López Lemus nació en Fomento, Sancti Spíritus, Cuba, el 22 de octubre de 1946. Poeta, ensayista, crítico, traductor e investigador literario; es Doctor en Ciencias Filológicas y Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas, en la Universidad de La Habana; labora actualmente como Investigador Literario Titular en el Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba; trabajó por más de diez años como editor de Teoría y Crítica Literarias en la Editorial Letras Cubanas y como profesor en varios centros docentes, entre ellos la Universidad de La Habana, donde es Profesor Adjunto de la Facultad de Artes y Letras. Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. El Ministerio de Cultura le otorgó en 1995 la Distinción por la Cultura Nacional y posee otras distinciones cubanas (entre ellas Hijo Ilustre de la provincia de Sancti Spíritus), así como de México (Visitante Distinguido de Veracruz), Brasil (Escritor Extranjero del Año, 1996, Estado de Río Grande del Sur) y España (Reconocimiento del Gobierno Canario por sus aportes al estudio de la décima); en 1994 disfrutó de Beca de Investigación para Hispanistas del Ministerio Español de Asuntos Exteriores; ha obtenido varios premios literarios, entre ellos el Premio Internacional de Ensayo de Investigación y Humanidades «Millares Carlo», otorgado por el Gobierno de la Comunidad Canaria; ha sido miembro de jurado de los más importantes concursos nacionales cubanos y miembro permanente del Jurado del Premio Internacional de Poesía «Atlántida», de los Festivales Internacionales de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria, y actúa en tribunales académicos y docentes; ha ofrecido conferencias en universidades e instituciones culturales de Cuba, Canadá, México, Brasil, Argentina, Uruguay, República Dominicana, Macedonia, Italia, Francia, Alemania y España; más de trescientos textos suyos se han publicado en revistas, periódicos y libros en esos países y también en Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, Rusia (ex URSS), Suiza, Rumania, Estados Unidos. Traducido a siete idiomas, asimismo es traductor del portugués al español. Ha publicado siete volúmenes de antologías de la poesía cubana del siglo XX en Cuba, Brasil, Italia y España, entre ellas Doscientos años de poesía cubana (1790-1990). Cien poemas antológicos (La Habana, 1999). Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, académico de la Sociedad Económica de Amigos del País, miembro de los consejos científicos de la Fundación Alejo Carpentier y del Instituto de Literatura y Lingüística; Miembro Correspondiente del Instituto Histórico y Geográfico de Brasil, Miembro de Honor de la Asociación de Profesores de Español y Literatura de México; pertenece a varias cátedras literarias cubanas; asesor de la Biblioteca Memorial Juan Marinello y miembro de los consejos de redacción de las revistas Signos y Anuario L/L. Ha publicado diez poemarios, entre ellos: El pan de Aser (La Habana, 1987), La sola edad (La Habana, 1990), Cuadernos de Otredad (Porto Alegre, Brasil, 1994, edición bilingüe), Quaderno di Macedonia (Italia, 1996), Cuerpo del día (La Habana, 2000), La Eterna Edad (La Habana, 2004). Ha editado trece libros de ensayos, entre los que sobresalen: García Márquez: una vocación incontenible (La Habana, 1982, segunda edición aumentada, 1987; edición en ruso, 1990); Palabras del trasfondo. Estudio de la poesía coloquialista cubana (La Habana, 1988), Samuel o la abeja. Estudio de la poética de Samuel Feijóo (La Habana, 1996); Décima e identidad (La Habana, 1997), La imagen y el cuerpo. Lezama y Sarduy (La Habana, 1998), La décima constante (La Habana, 2000), Dulce María Loynaz. Estudios sobre la obra de una cubana universal (Tenerife, 2000), Eros y Thanatos. La obra poética de Justo Jorge Padrón (Madrid, 2002). La décima renacentista y barroca (La Habana, 2002), Aguas tributarias (La Habana, 2004) Dos libros de ensayos en procesos editoriales; uno de poemas y cinco inéditos de ensayos concluidos.