¿Y qué quieres que haga? Todo me sale mal; no soporto esta soledad, y a veces me molesta hasta que me hablen; eso sin mencionar otros problemas familiares: mi mamá siempre tiene algo; menos mal que mi hija se fue…
Debo confesar que al principio no presté mucha atención a lo que oía; luego –lo reconozco- empecé a interesarme. La charla entre dos mujeres, jóvenes aún e incluso bonitas y de buena apariencia, despertó mi curiosidad.
-Pero de esa forma no vas a resolver nada -le dice la que parece tener menos edad.
-Y tú crees que yo no lo sé –responde- pero por lo menos, logro evadirme de mis problemas. No me negarás que eso ya es algo…
-Tú podrás decir lo que quieras, pero embriagarte no es la solución.
El estudio del alcoholismo en la mujer, según especialistas en la materia, se ha incrementado en las últimas décadas debido, en lo fundamental, a la mayor vulnerabilidad biológica, psicológica y social de las féminas ante la magnitud de los problemas que giran a su alrededor.
Las primeras modificaciones del rol femenino se escenificaron en la familia cuando muchas de ellas fueron lanzadas al mercado del trabajo y pasaron del interior de sus hogares a vivir de un modo muy intenso puertas afuera.
Muchas y muy variadas han sido desde entonces las formas de ocupación de la mujer, incluidas aquellas que suponen un elevado riesgo de adquirir el mal hábito de ingerir bebidas alcohólicas, como el arte, la publicidad y los cargos directivos asociados a un fuerte nivel de estrés, sin excluir las actividades propias de la producción, manipulación y expendio de estos líquidos, las cuales constituyen fuente de empleo para este importante sector de la sociedad.
El proceso de alcoholización de la mujer está determinado por sus propias reacciones ante algunos acontecimientos vitales, el estrés y los desajustes de su propia imagen; la pérdida de la fertilidad en el período climatérico, la separación de los hijos y la ruptura de la pareja por divorcio o separación, constituyen factores que muchas veces llevan a la mujer a consumir alcohol.
Pero también inciden causas familiares, culturales, ocupacionales y económicas, que asociadas a otros elementos propios de la vulnerabilidad biológica como las condiciones constitucionales, los genéticos, la edad y el sexo, favorecen el desarrollo del alcoholismo en la mujer.
Estudiosos del tema aseveran que las tensiones vividas por las mujeres en sus roles de madre, esposa y ama de casa y los sentimientos de inadaptación a estos, corren parejas con la insatisfacción de las expectativas personales, tanto en el hogar, como en el trabajo y están íntimamente asociados a su proceso de alcoholización.
En sentido general, la mujer bebe en solitario, razón por la cual es breve el lapso que media entre los aparentes primeros problemas con el alcohol y las graves manifestaciones de dependencia física que se hacen evidentes, pues se acentúan otros problemas derivados de esa conducta, tales como los accidentes caseros y por conducir bajo estado de embriaguez, los daños a la salud y los conflictos en el seno del hogar.
Estudios psicológicos realizados en distintas latitudes a mujeres alcohólicas reflejan la existencia de un grado significativamente alto de depresión, pobreza en su autoestima, afectación en su autocontrol con sentimientos y actos agresivos así como tendencia al pensamiento paranoide. Se habla además de la llamada herencia psicológica para hijos de padres alcohólicos al producir imitación o rechazo de los patrones paternos que favorecen su propio alcoholismo, el casamiento con una pareja alcohólica o una conducta de total abstinencia.
En el caso de Cuba el estudio del alcoholismo femenino interesa por la propia evidencia de su incremento en estas últimas décadas, por la mayor vulnerabilidad biológica, psicológica y social presentes en la mujer y por la magnitud de los problemas que giran a su alrededor.