Monday, October 08, 2007
Rompiendo el silencio
El hecho real de que continúen en ascenso los casos de VIH/SIDA, más en los hombres, y en aumento, en las mujeres, demuestra que los jóvenes y adolescentes carecen de la percepción del riesgo que corren de adquirir la enfermedad y por consiguiente, no asumen una actitud sexual responsable.De ahí que disminuir la incidencia de VIH/SIDA mediante acciones de prevención y promoción encaminadas a lograr cambios de comportamientos en su conducta sexual, continúa siendo uno de los objetivos esenciales del programa que desarrollan grupos multidisciplinarios especializados a escala nacional, provincial y en los propios municipios.Estos mecanismos, integrados por enfermeras, médicos, promotores de salud y otros grupos de apoyo a las personas que padecen el VIH/SIDA, brindan una atención diferenciada a los personas que la padecen mediante las consultas de Consejería Anónima Telefónica y Cara a Cara.La consejería es un diálogo entre una persona capacitada para ayudar y otra que necesita y demanda ayuda; es confidencial y facilita que el interesado exprese sus sentimientos y preocupaciones y tome decisiones responsables sobre su propio comportamiento, a partir de la información que recibe, la que debe ayudarle a enfrentar su nueva situación en la vida.Pero lo más importante, según especialistas en la materia, es cambiar la conducta sexual de los jóvenes. En la actualidad muchos de ellos comienzan a tener relaciones sexuales a edades muy tempranas (13 ó 14 años) y gradualmente empiezan a hacer manitas y a salir con sus “parejas”; uno o dos años después tienen relaciones sexuales sin penetración y luego, un número importante de los que arriban a las edades entre 17 y 19 años, tienen relaciones sexuales. Estadísticas consultadas demuestran que si bien en las primeras décadas del siglo XX la gente tenía su primera relación sexual una vez cumplidos los 20 años, ahora lo hacen apenas arriban a los 18, generándose un descenso constante en este sentido. Y es que las normas y valores relativos a la sexualidad se han hecho más permisivos cada vez, y lo que es peor, muchos adolescentes y jóvenes tienen varios compañeros sexuales durante esta etapa, a pesar de la epidemia del SIDA.Por lo general estos compañeros no son de una noche, de lo que se puede inferir que el estilo de vida dominante del adolescente y del joven es lo que se conoce como monogamia en serie, es decir, emprenden varias relaciones monógamas a corto y mediano plazos, con el consiguiente riesgo de contraer el VIH/SIDA y otras infecciones de transmisión sexual.Estudiosos de esta problemática atribuyen el aumento de la actividad sexual de adolescentes y jóvenes a razones tales como la disminución gradual de la edad de la menarquia o primera menstruación. Hay estudios que demuestran una vinculación definitiva entre la madurez física y biológica y la motivación sexual en el adolescente.Por otro lado, la liberación sexual que tuvo lugar en las décadas de los años 60 y 70 dio origen a actitudes más tolerantes por parte de la sociedad hacia el sexo premarital y aun cuando los adolescentes no son motivados para tener relaciones sexuales, la mayoría de los padres aceptan el hecho de que se interesen por el sexo, lo que hace que estos se sientan libres para practicarlo. Súmase la disponibilidad de anticonceptivos seguros y fiables, en especial, la píldora, que si bien no propician las relaciones sexuales, hace posible que los jóvenes las practiquen sin los riesgos de un embarazo no deseado, ni del aborto, barreras que en otras condiciones serían un impedimento.Las personas con una actitud restrictiva creen que dar información sobre el sexo, no es importante para los jóvenes, pues pudiera poner ideas en sus mentes acerca de practicarlo, al tiempo que creen que la educación sexual no debería ser promocionada y por lo tanto, las píldoras y los condones no deberían estar a disposición de estos tan fácilmente. Los especialistas, sin embargo, conceden gran importancia a la educación sexual para lograr una actitud responsable por parte de jóvenes y adolescentes y consideran que la disponibilidad de anticonceptivos es determinante en la disminución del riesgo de contraer enfermedades asociadas con el sexo.Y aseguran que cuando los jóvenes no se sienten culpables o avergonzados con su conducta sexual, pueden romper el silencio y hablar más libremente con sus parejas sobre temas como la contracepción y la prevención del SIDA. Y afirman que una actitud liberada y abierta hacia el sexo es resultado de una mejor distribución y asimilación de información sobre la contracepción y el sexo sano y ejerce un efecto positivo sobre la salud sexual porque facilita la disponibilidad de los servicios de contracepción y programas de educación sexual para los jóvenes y adolescentes.